miércoles, 8 de diciembre de 2010

Llamadas que no suenan. La primera vez se acaba.

La voz que anunciaba su parada y que normalmente se alegraba de oír, aquella mañana lo desconcertó, no podía ser, había llegado y lo iba a perder de vista. No se podía quedar mas, ni otra parada, nada, llegaba justo de tiempo e iba a perder a ese ángel que ya, solo con su presencia, le había alegrado el día.

Resignándose y sin dejar de mirarlo hasta que el vagón se perdió en el fondo del túnel, cabizbajo se dirigió a la salida y dándole vueltas a la cabeza, empezó la rutina de cada día.

Pero por mucho que ocupaba la cabeza, siempre le volvía a la mente el momento de por la mañana, en todos lados esperaba ver al chico de las grandes manos.

Su día siguió como otro cualquiera, pero no lograba quitarse de la cabeza lo sucedido en el metro, aquello le había dejado un sentimiento que hasta el momento no había sentido, o si más no hacia mucho tiempo que no albergaba en el. Se sentía vacío, cómo que le faltaba algo ¿Tal vez fuera amor? ¿Amistad?¿Todo aquello se lo había despertado el dichoso chico del libro? NO! Se decía mentalmente, le parecía una tontería que sólo el echo de ver a aquel chico le hubiese despertado tantos sentimientos. Y negándoselo a la vez que dándole mil vueltas siguió su día, que estaba claro, ya no era como los demás.

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