miércoles, 8 de diciembre de 2010

Llamadas que no suenan. La primera vez se acaba.

La voz que anunciaba su parada y que normalmente se alegraba de oír, aquella mañana lo desconcertó, no podía ser, había llegado y lo iba a perder de vista. No se podía quedar mas, ni otra parada, nada, llegaba justo de tiempo e iba a perder a ese ángel que ya, solo con su presencia, le había alegrado el día.

Resignándose y sin dejar de mirarlo hasta que el vagón se perdió en el fondo del túnel, cabizbajo se dirigió a la salida y dándole vueltas a la cabeza, empezó la rutina de cada día.

Pero por mucho que ocupaba la cabeza, siempre le volvía a la mente el momento de por la mañana, en todos lados esperaba ver al chico de las grandes manos.

Su día siguió como otro cualquiera, pero no lograba quitarse de la cabeza lo sucedido en el metro, aquello le había dejado un sentimiento que hasta el momento no había sentido, o si más no hacia mucho tiempo que no albergaba en el. Se sentía vacío, cómo que le faltaba algo ¿Tal vez fuera amor? ¿Amistad?¿Todo aquello se lo había despertado el dichoso chico del libro? NO! Se decía mentalmente, le parecía una tontería que sólo el echo de ver a aquel chico le hubiese despertado tantos sentimientos. Y negándoselo a la vez que dándole mil vueltas siguió su día, que estaba claro, ya no era como los demás.

viernes, 12 de noviembre de 2010

Llamadas que no suenan. La primera vez.

La música amenizaba la hora de viaje diaria. Sus artistas favoritos le ponían banda sonora a la película que representaban cada día la gente que subía y bajaba del tren.

Con Fran Sinatra finalizaba el trayecto, bajó del vagón y aquel día, a pesar de la aglomeración en las escaleras mecánicas y lo vacías que estaban las de obra, prefirió coger las primeras. Picó el billete, pasó las puertas automáticas que se abrieron delante de él y salió al exterior. Estaba claro, ya empezaba el invierno, el pequeño gesto de encogerse de hombros, subirse las alas del cuello del abrigo y hacer esa horrible mueca al notar el frío aire en su cara, lo afirmaba.

Aun que no le gustaba el invierno, le encantaba verse reflejado en todos los cristales de la calle cómo le quedaba el abrigo largo. Le hacía elegante y parecer mayor, también le daba un aire de inteligencia y un toque interesante.

Subió el ultimo de los escalones que separaban la estación subterránea de la calle, y mirandose en todos los cristales, se dirigió a paso ligero a la boca del metro para coger la línea 2 y dirigirse a su universidad.

El metro como cada mañana iba muy lleno, pero aquel día, raro en ello, consiguió sentarse. Estaba sentado al lado de una mujer, de buen año, vestida con muchos capas de ropa y un gran abrigo, y ataviada con miles de collares y complementos. En aquel momento mirando a la mujer de arriba abajo con disimulo, solo le vino a la mente las palabras de la gran Coco Channel "Quítate siempre el último complemento que te pongas" Pero en un tono burlesco pensó:

- Debería de quitarse alguno mas que el último.

Siguió observando, como siempre. Era un chico muy observador y le encantaba inventar y predecir de algún modo la vida de ellos según su vestimenta o su manera de actuar.
Pero aquella mañana fijó la vista en alguien, alguien que le había llamado la atención en especial. Su aspecto, su ropa, la tranquilidad y la dulzura que desprendía. Sus ojos clavados en el libro que llevaba entre sus grandes manos y esos labios balbuceando lo que leía. Lo hechizó.

domingo, 19 de septiembre de 2010

Llamadas que no suenan. Cuando aun no estaba él.

Volvió a entrar a casa, era oficialmente, para él, la primera mañana de invierno, cogió el abrigo y con el sentimientos de tristeza y apago, aquello significaba la marcha del verano, los días de largo sol habían acabado, los rayos del astro rey ya no tostarían su piel y ahora era el aire y el frio unido en uno quien, en vez de broncearla, escarcharían su piel. Aunque también le gustaban los domingos de gris cielo, escuchar la fría lluvia pegar fuerte contra los cristales mientras se acurrucaba entre gruesas mantas, entre las cuales solo estaba él, no le gustaba la soledad, aun que después de sus des memorables intentos para vencerla, había hech caso al refrán y se había unido a su enemigo durante el tiempo en que su antónimo regresaba.
Después de abrocharse el abrigo cruzado, miró la hora, llegaba justo para coger el tren, subió al primer vagón, aquella mañana no había apenas gente así que se sentó en un asiento al lado de la ventana y escuchando la fuerte música de los auriculares para no oír el ruido del tren qeu dejaba escapar el silencio de las mañanas, fantaseaba en su mente mientras observaba el paisaje que una y otra vez veía todas las mañanas.

sábado, 18 de septiembre de 2010

Llamadas que no suenan. El fin del principio.

La pantalla iluminaba su cara, pero las teclas no sonaban, sus ojos clavados en el blanco cuadro no veían nada, solo sus oídos funcionaban, esperando oír la llamada.
Rato después y con el cóctel de rabia, tristeza y enfado mas mezclado, al fin, el teléfono sonó.

- Hola? - Se escuchó desde el otro lado. Un silencio invadió la conversación. Cogió aire, cerró los ojos y soltó todo lo que llevaba acumulando desde que el contador empezó a contar su espera y a mezclar esos sentimientos dentro de la coctelera del corazón.

- Vete a la mierda! - Dijo el lleno de aire.- Ahora escuchare tu barata escusa, y acto seguido colgare el teléfono, así que no hace falta que malgastes tu tiempo, que parece que no tienes para mi, elaborando una.

El silencio volvió a aparecer, pero aquella vez, como un dictador, había llegado para quedarse. Y derramando la primera gota, de lo que había resultado el cóctel, lagrimas, cerró los ojos y sin despegarse del teléfono de la oreja, para no dejar de oírle respirar, pulsó el botón que lo alejaría de él para siempre.

viernes, 17 de septiembre de 2010

Que es esto?




Hola a todos!
Como la gran mayoría sabéis me encanta escribir y he abierto este blog para continuar la historia de Llamadas que no suenan.

Espero que os guste, y entendáis como va la historia ;)

Un beso a todos y disfrutad!

Att: Aleix!