sábado, 18 de septiembre de 2010

Llamadas que no suenan. El fin del principio.

La pantalla iluminaba su cara, pero las teclas no sonaban, sus ojos clavados en el blanco cuadro no veían nada, solo sus oídos funcionaban, esperando oír la llamada.
Rato después y con el cóctel de rabia, tristeza y enfado mas mezclado, al fin, el teléfono sonó.

- Hola? - Se escuchó desde el otro lado. Un silencio invadió la conversación. Cogió aire, cerró los ojos y soltó todo lo que llevaba acumulando desde que el contador empezó a contar su espera y a mezclar esos sentimientos dentro de la coctelera del corazón.

- Vete a la mierda! - Dijo el lleno de aire.- Ahora escuchare tu barata escusa, y acto seguido colgare el teléfono, así que no hace falta que malgastes tu tiempo, que parece que no tienes para mi, elaborando una.

El silencio volvió a aparecer, pero aquella vez, como un dictador, había llegado para quedarse. Y derramando la primera gota, de lo que había resultado el cóctel, lagrimas, cerró los ojos y sin despegarse del teléfono de la oreja, para no dejar de oírle respirar, pulsó el botón que lo alejaría de él para siempre.

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